Tres meses en otro mundo
El artículo de hoy lo ha escrito mi estudiante Sarah. Me he sentido tan feliz de ver lo bien que ella ha expresado sus vivencias y emociones en español. Espero que disfrutes tanto como yo de este capítulo de su vida en esta lectura tan bonita y profunda.
«Llevo viviendo en Barcelona desde hace dos años, pero este año ha sido diferente. No solo para mí, sino para todo el mundo. El virus lo ha cambiado todo. Significó para mí un cambio total, un cambio de país y lugar donde vivir.
Volví a Austria al principio de la crisis por el COVID para estar en mi país con mi familia. Allí tuve algunos retos y alegrías. Cuando llegué sentí que de pronto estaba físicamente en otro mundo. Mi mente y mi cuerpo necesitaron más tiempo para adaptarse.
Aire puro
La nueva realidad era naturaleza pura y un paisaje de una belleza maravillosa. Soy de un pueblo muy cerca de Salzburgo al lado de un lago con el agua azul turquesa, rodeado de un grupo de montañas.
El aire aquí es el más fresco que existe en todo el mundo. Hay muchísimos bosques. Cuando haces senderismo por las montañas el aire es seco pero está lleno de vida. La naturaleza en Austria siempre me llena al máximo de energía, me da equilibrio y tranquilidad total. Después de una vida más dura y rápida, siempre que lo necesito, vengo aquí y recibo todo eso. Durante ese periodo la naturaleza me dio la calma que necesitaba.
De vuelta a casa
La nueva situación me llevó a vivir con mi familia otra vez, después de algunos años viviendo sola. Mis padres tienen una casa grande de dos plantas, un jardín muy bonito con flores, hierbas y un huerto pequeño donde puedes encontrar todo lo que necesitas para preparar una comida deliciosa. A veces recojo lechuga, rúcula, verduras como calabaza, calabacín, tomates, pimientos, pepino y frutas como manzana, nectarina y fresas.
Durante esos 3 meses comí con mis padres y mis hermanas y disfrutamos de pequeñas fiestas en familia. Pude estar en la fiesta de cumpleaños de mi abuela, que cumplió 80 años. Pasamos juntos un tiempo de buena y verdadera calidad. Estoy muy contenta de haber podido disfrutar de esa gran ventaja. Estoy segura de que más adelante voy a echar de menos a mi familia, pero todo lo que he vivido con ellos me ha dado mucha energía positiva.
Conectando mundos
El confinamiento me llevó a desconectar sin querer del mundo español – de mis amigos, mi ciudad amada, la lengua y las rutinas españolas del día a día. Fue duro, sin dudas y eché mucho de menos Barcelona. Por suerte había Internet. Hablaba con mis amigos, tuve conversaciones en español con Kirenia y también una charla corta en el mercado con el vendedor local de aceitunas de mi pueblo. Esto me ayudó a mantener mi relación durante ese periodo con el mundo del español.
Lo mejor de todo fue que nunca pude imaginar que ese tiempo sería muy especial y único. Pude conectar mis dos mundos favoritos y ahora solo espero no olvidar todo eso».
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